Museo arqueológico.- El Museo Arqueológico está ubicado en Plaza de América, frente al Museo de Artes y Costumbres Populares (antiguo Pabellón Mudéjar) y junto al Pabellón Real, dentro del Parque de María Luisa
El edificio fue construido entre los años 1910 y 1915, según proyecto de estilo neo-renacentista del arquitecto Aníbal González, se ejecutó con ocasión de la Exposición Iberoamericana de 1929, bautizado como "Palacio del Renacimiento", fue el edificio más caro de la Plaza de América, duplicando el presupuesto del vecino "Pabellón Mudéjar". Durante la exposición fue dedicado a Palacio de las Bellas Artes.
En la actualidad es un museo arqueológico, la excelente calidad de las obras y piezas que forman parte del fondo del museo además de la cantidad que custodia lo hacen estar entre los primeros de España, son de destacar los restos de la época romana e hispanorromana, los más importantes y abundantes que posee el museo, y que proceden en mayor parte de Itálica, en menor medida aunque eso no hacen que sean menos importantes son las piezas procedentes de los municipios de Écija, Estepa, Alcalá del Río, Villanueva del Río y Minas, etc., a estos hallazgos hay que añadir las donaciones realizadas por particulares o incluso el Ayuntamiento de la ciudad. También son destacables las piezas de etapas prerromanas gracias a la calidad de su conservación.
Nosotros hoy vamos a empezar nuestro recorrido por la prehistoria, nos dirigiremos a la planta sótano donde encontraremos 10 salas con la exposición de materiales de las distintas sociedades que sucedieron en el territorio de la actual provincia de Sevilla, a lo largo de la Prehistoria y la Protohistoria. (La protohistoria suele relacionarse con la Segunda Edad del Hierro, por ser ésta la última fase de la prehistoria. Los Pueblos protohistóricos presentes en la Península Ibérica son: Vascones, Celtas, Iberos, Tartesos, Lusitanos; y las colonias protohistóricas en la Península Ibérica fueron los Griegos y los Fenicios.)
Nos dirigimos a la sala IV, dominando la sala, un grupo de estelas que se han tenido durante mucho tiempo como representación de carácter funerario en honor a un difunto, al que pertenecía la silueta grabada en ella, siempre de forma esquemática, con trazos muy simples, junto a las armas, adornos y objetos de su indumentaria personal.
Como no se han encontrado nunca sobre tumbas, sino en lugares estratégicos o de paso, se piensa en la actualidad, que quizás pudiera haber servido, para señalar caminos en las rutas de trashumancia, o como hitos o mojones para delimitar propiedades o zonas de dominio.
Están fechadas en el último periodo de la edad del bronce, entre el cambio de milenio y el 600 a. de C. aproximadamente.
Pasamos a la sala VI, dedicada a los yacimientos tartésicos, donde podemos observar el conjunto de ídolos, caracterizados por sus grandes ojos en forma de soles, que son considerados como las más antiguas representaciones, en nuestro suelo, de la divinidad, fueron hallados en un yacimiento de Valencina de la Concepción y pueden fecharse entre los años 2500 y 2000 a. C.
En esta sala observamos una reproducción del legendario tesoro del El Carambolo, encontrado en 1958 en los cerros del Carambolo, en el termino municipal de camas en una obras realizadas por la Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla. Este tesoro, es único en el mundo por su exquisita labra y composición decorativa.
El catedrático don Juan de Mata Carriazo lo describió así:
"El tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2.950 gramos. Joyas profusamente decoradas, con un arte fastuoso, a la vez delicado y bárbaro, con muy notable unidad de estilo y un estado de conservación satisfactorio, salvo algunas violencias ocurridas en el momento del hallazgo".
Mientras algunas opiniones coinciden en que todos estos adornos de oro posiblemente eran portados por una sola persona (tal vez un hombre) en momentos de máxima representatividad u ostentación, otras se decantan por la hipótesis de que podría tratarse de adornos para alguna estatua ritual, posiblemente un toro.
Frente al tesoro, la subyugante diosa fenicia Astarté, realizada en bronce otra emblemática pieza de la cultura tartésica, podemos observar el peinado de influencia egipcia, está sentada sobre un escabel en el que aparece el texto más antiguo que se conoce en la Península Ibérica s. VII a. de C. , que traducido sería:
"Esta ofrenda la ha hecho B'lytn
hijo de D'mlK y de Bdb'l,
hijo de D'mlk y de Y'sl.
para Astarté, nuestra señora, porque ella
ha escuchado la voz de su plegaria".
En la entrada publicada dedicada a Triana, hicimos alusión a la diosa Astarté:
"Según la mitología, la diosa Astarté que representaba el culto a la madre naturaleza, a la vida y a la fertilidad, así como la exaltación del amor y los placeres carnales, huyendo de la persecución amorosa de Hércules vino a refugiarse en la orilla occidental del Guadalquivir fundando Triana.
También tenemos, una representación de Hércules en otra vitrina de esta sala.
Pero sin duda, la pieza más importante de esta vitrina, es el bronce Carriazo es en una placa de bronce aparecida en las inmediaciones de Sevilla, que seguramente pudo ser parte de un bocado de caballo. Se trata de una representación de la diosa Astarté con peinado de Hathor, pero sin orejas de novilla, y acompañada por dos torsos de ánades cuyas alas se unen sobre la cabeza de la diosa. Si las aves acuáticas indican su dominio sobre una parte de la naturaleza, tendríamos aquí una diosa de las marismas. Los ánades son sólo comparables con algunas de las imágenes más naturalistas del arte egipcio antiguo y puede que en ambos casos procedan de la observación directa del natural. La diosa toca el cuello de las aves con sus manos en las que sostiene unas piezas triangulares caladas que son estilizaciones florales destinadas a dar paso a las bridas.
Recibió tal nombre del arqueólogo Juan de Mata Carriazo que cuando paseando por el Jueves, halló una pequeña y preciosa pieza metálica que se trataba precisamente de esta obra.
Sala IX . La figura del arqueólogo Jorge Bonsor y sus excavaciones a finales del s. XIX en las principales necrópolis de los Alcóres, (Carmona) centran la atención de esta sala, con sus delicadas piezas de marfil, como la "Paleta de Unguento" los huevos de avestruz de carácter ritualy la fibula de Plata, entre otros.
. . .
Pasamos a la sala X dedicada la cultura material de los turdetanos, denominación que dieron los romanos a los pobladores de raigambre tartésica del suroeste peninsular, en ella se exponen piezas como armas, broches y pequeños exvotos que son unas pequeñas esculturas en bronce esculpidas por los íberos bajo la influencia de la toréutica griega, no son ídolos, sino exvotos, que los humildes oradores ofrecían a la divinidad, en acción de gracia por algún favor recibido, todos tienen la mano en posición de pedir. Gracias a estas figuritas, podemos estudiar, los trajes y armas del pueblo ibero.
Subimos a la planta baja, en la sala XI tenemos una gran representación de leones del mundo turdetano, se han considerado tradicionalmente como guardianes de tumbas, tanto de sus dueños como de las pertenencias con las que se enteraban.
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El edificio fue construido entre los años 1910 y 1915, según proyecto de estilo neo-renacentista del arquitecto Aníbal González, se ejecutó con ocasión de la Exposición Iberoamericana de 1929, bautizado como "Palacio del Renacimiento", fue el edificio más caro de la Plaza de América, duplicando el presupuesto del vecino "Pabellón Mudéjar". Durante la exposición fue dedicado a Palacio de las Bellas Artes.
En la actualidad es un museo arqueológico, la excelente calidad de las obras y piezas que forman parte del fondo del museo además de la cantidad que custodia lo hacen estar entre los primeros de España, son de destacar los restos de la época romana e hispanorromana, los más importantes y abundantes que posee el museo, y que proceden en mayor parte de Itálica, en menor medida aunque eso no hacen que sean menos importantes son las piezas procedentes de los municipios de Écija, Estepa, Alcalá del Río, Villanueva del Río y Minas, etc., a estos hallazgos hay que añadir las donaciones realizadas por particulares o incluso el Ayuntamiento de la ciudad. También son destacables las piezas de etapas prerromanas gracias a la calidad de su conservación.
Nosotros hoy vamos a empezar nuestro recorrido por la prehistoria, nos dirigiremos a la planta sótano donde encontraremos 10 salas con la exposición de materiales de las distintas sociedades que sucedieron en el territorio de la actual provincia de Sevilla, a lo largo de la Prehistoria y la Protohistoria. (La protohistoria suele relacionarse con la Segunda Edad del Hierro, por ser ésta la última fase de la prehistoria. Los Pueblos protohistóricos presentes en la Península Ibérica son: Vascones, Celtas, Iberos, Tartesos, Lusitanos; y las colonias protohistóricas en la Península Ibérica fueron los Griegos y los Fenicios.)
Nos dirigimos a la sala IV, dominando la sala, un grupo de estelas que se han tenido durante mucho tiempo como representación de carácter funerario en honor a un difunto, al que pertenecía la silueta grabada en ella, siempre de forma esquemática, con trazos muy simples, junto a las armas, adornos y objetos de su indumentaria personal.
Como no se han encontrado nunca sobre tumbas, sino en lugares estratégicos o de paso, se piensa en la actualidad, que quizás pudiera haber servido, para señalar caminos en las rutas de trashumancia, o como hitos o mojones para delimitar propiedades o zonas de dominio.
Están fechadas en el último periodo de la edad del bronce, entre el cambio de milenio y el 600 a. de C. aproximadamente.
Pasamos a la sala VI, dedicada a los yacimientos tartésicos, donde podemos observar el conjunto de ídolos, caracterizados por sus grandes ojos en forma de soles, que son considerados como las más antiguas representaciones, en nuestro suelo, de la divinidad, fueron hallados en un yacimiento de Valencina de la Concepción y pueden fecharse entre los años 2500 y 2000 a. C.
En esta sala observamos una reproducción del legendario tesoro del El Carambolo, encontrado en 1958 en los cerros del Carambolo, en el termino municipal de camas en una obras realizadas por la Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla. Este tesoro, es único en el mundo por su exquisita labra y composición decorativa.
El catedrático don Juan de Mata Carriazo lo describió así:
"El tesoro está formado por 21 piezas de oro de 24 quilates, con un peso total de 2.950 gramos. Joyas profusamente decoradas, con un arte fastuoso, a la vez delicado y bárbaro, con muy notable unidad de estilo y un estado de conservación satisfactorio, salvo algunas violencias ocurridas en el momento del hallazgo".
Mientras algunas opiniones coinciden en que todos estos adornos de oro posiblemente eran portados por una sola persona (tal vez un hombre) en momentos de máxima representatividad u ostentación, otras se decantan por la hipótesis de que podría tratarse de adornos para alguna estatua ritual, posiblemente un toro.
Frente al tesoro, la subyugante diosa fenicia Astarté, realizada en bronce otra emblemática pieza de la cultura tartésica, podemos observar el peinado de influencia egipcia, está sentada sobre un escabel en el que aparece el texto más antiguo que se conoce en la Península Ibérica s. VII a. de C. , que traducido sería:
"Esta ofrenda la ha hecho B'lytn
hijo de D'mlK y de Bdb'l,
hijo de D'mlk y de Y'sl.
para Astarté, nuestra señora, porque ella
ha escuchado la voz de su plegaria".
En la entrada publicada dedicada a Triana, hicimos alusión a la diosa Astarté:
"Según la mitología, la diosa Astarté que representaba el culto a la madre naturaleza, a la vida y a la fertilidad, así como la exaltación del amor y los placeres carnales, huyendo de la persecución amorosa de Hércules vino a refugiarse en la orilla occidental del Guadalquivir fundando Triana.
También tenemos, una representación de Hércules en otra vitrina de esta sala.
Pero sin duda, la pieza más importante de esta vitrina, es el bronce Carriazo es en una placa de bronce aparecida en las inmediaciones de Sevilla, que seguramente pudo ser parte de un bocado de caballo. Se trata de una representación de la diosa Astarté con peinado de Hathor, pero sin orejas de novilla, y acompañada por dos torsos de ánades cuyas alas se unen sobre la cabeza de la diosa. Si las aves acuáticas indican su dominio sobre una parte de la naturaleza, tendríamos aquí una diosa de las marismas. Los ánades son sólo comparables con algunas de las imágenes más naturalistas del arte egipcio antiguo y puede que en ambos casos procedan de la observación directa del natural. La diosa toca el cuello de las aves con sus manos en las que sostiene unas piezas triangulares caladas que son estilizaciones florales destinadas a dar paso a las bridas.
Recibió tal nombre del arqueólogo Juan de Mata Carriazo que cuando paseando por el Jueves, halló una pequeña y preciosa pieza metálica que se trataba precisamente de esta obra.
Sala IX . La figura del arqueólogo Jorge Bonsor y sus excavaciones a finales del s. XIX en las principales necrópolis de los Alcóres, (Carmona) centran la atención de esta sala, con sus delicadas piezas de marfil, como la "Paleta de Unguento" los huevos de avestruz de carácter ritualy la fibula de Plata, entre otros.
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Pasamos a la sala X dedicada la cultura material de los turdetanos, denominación que dieron los romanos a los pobladores de raigambre tartésica del suroeste peninsular, en ella se exponen piezas como armas, broches y pequeños exvotos que son unas pequeñas esculturas en bronce esculpidas por los íberos bajo la influencia de la toréutica griega, no son ídolos, sino exvotos, que los humildes oradores ofrecían a la divinidad, en acción de gracia por algún favor recibido, todos tienen la mano en posición de pedir. Gracias a estas figuritas, podemos estudiar, los trajes y armas del pueblo ibero.
Subimos a la planta baja, en la sala XI tenemos una gran representación de leones del mundo turdetano, se han considerado tradicionalmente como guardianes de tumbas, tanto de sus dueños como de las pertenencias con las que se enteraban.
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El caballo, también presente en esta sala, formaba parte de las creencias indígenas relacionadas con el mundo de ultratumba, dando gran prestigio social a su dueño en vida y encargándose del
traslado de su espíritu al Más Allá después de la muerte.
Pasamos a la sala XII, donde destaca el monumental mosaico del triunfo de Baco, la escena que se ha representado en este mosaico es la del Triunfo de Baco -el Diónisos griego- al regreso de su conquista de la India. El dios, vestido con clámide, conduce un carro tirado por tigres, a cuyo lado desfila un sátiro. Subida en el carro aparece Ariadna, quien apoya su mano izquierda en el hombro de Dionisos y sujeta con la otra el extremo de un manto, que cae por detrás y le deja el torso desnudo. Ambos personajes llevan la cabeza coronada de pámpanos. El relato mitológico cuenta que al volver de Oriente, Diónisos rescató a Ariadna de la isla de Naxos, donde había sido abandonada por Teseo, y se casó con ella. Hay elementos en este mosaico que permiten una segunda interpretación: la de que estamos ante la pompa nupcial de Diónisos y Ariadna. Por un lado, la falta de alusiones a la victoria del dios, que pueden verse en otras representaciones de su triunfo. Por el otro, el sátiro que guía la comitiva, con una piel de animal a la espalda, que es característica de lo dionisiaco, pero que adopta aquí apariencia de alas, que recuerdan a Eros.
En la sala XIV tienen cabida dioses héroes y mitos. Así tenemos el mosaico de "El juicio de Paris" La escena representada recoge un pasaje de la Iliada donde las diosas Atenea, Hera y Afrodita -de izquierda a derecha- se disputan, ante Paris y Hermes, la manzana de oro, símbolo de la belleza. Su originalidad radica en que es un tema iconográfico inédito en la Península Ibérica. También es destacable la presencia de Afrodita desnuda.
En esta misma sala contemplamos la escultura de mármol de Mercurio, destacando la belleza de su cuerpo, identificable gracias a sus atributos iconográficos, como las alas en los pies y la lira, que es el caparazón de una tortuga. Se descubrió en 1788 y la pierna derecha en 1901, siendo la pierna izquierda modelada en yeso desde debajo de la rodilla por el escultor D. Agustín Sánchez Cid, en 1945. La obra parece corresponder a la copia de un modelo clásico del s. IV a. C.
Sala XVI, destacan seis exvotos de mármol en forma de lápidas, marcadas con huellas que presentan uno, dos o tres pares de pies, algunos de ellos con inscripciones dedicados a divinidades de origen oriental, como Isis, Dea Caelestis y Némesis. Se situaban en la entrada del anfiteatro de Itálica sobre el suelo simbolizando las huellas de la divinidad.
Sala XVIII se compone de una galería de magníficos retratos femeninos y masculinos, nos permiten conocer costumbres de aquella época, los peinados de las mujeres, el uso de la barba por influencia griega.
Cabe destacar el busto del anciano con verruga en el rostro, de un excepcional realismo descriptivo, de mármol esculpido, es reseñable la discordancia que se observa entre la talla del retrato y de la toga, lo cual parece indicar la participación de dos artesanos diferentes en la realización de la obra.
Sala XIX, con Diana en el centro entre columnas corintias escultura de mármol del s. II d.C. Diana, diosa de la caza, ataviada con sus habituales atributos iconográficos, las ricas botas, el chitón, el manto y la diadema. La figura se apoya en un tronco de árbol cubierto por una piel de cervato.
Entramos en la sala XX, frente a frente, Trajano y Adriano, nuestros dos emperadores italicenses, acompañados por retratos de otros príncipes como Augusto, Galba, Vespasiano, Domiciano y Marco Aurelio, bustos de algunos miembros de familias imperiales y otros, se trata sin duda del mayor legado escutórico romano de la provincia.
. . .
Podemos observar, la barba de Adriano, por influencia griega, motivo por el cual, la nobleza romana, también la llevaba, en el pecho lleva la imagen de una divididad.
En el suelo observamos el gran mosaico "Las cuatros Estaciones".
Por último visitaremos la sala donde encontraremos grandes laminas de bronces grabadas del año 20 d. C., la pieza más destacada por su trascendencia histórica, de la selecta colección de bronces jurídicos que conserva este Museo es "la condena de Cneo Pisón". Existen seis copias de este documento político, que se distribuyó por todo el Imperio, este ejemplar completo, otro que casi lo está y fragmentos de otros cuatro. Su contenido es una descripción de las resoluciones del Senado de Roma contra Cneo Pisón, que tras ser juzgado y condenado a muerte por el asesinato de Germánico, al parecer por envenenamiento.
Entre las determinaciones de este decreto senatorial se incluyen la prohibición de llevar luto por Pisón, la destrucción de sus imágenes y la eliminación de su nombre de las inscripciones públicas "damnatio memoriae", así como la confiscación de sus bienes y los de sus colaboradores. El documento responde a la necesidad de acallar las inquietudes y rumores sobre la muerte de Germánico, algunas de las cuales apuntaban hacia el propio emperador Tiberio, de quien aquél era sobrino, hijo adoptivo y potencial sucesor.
Con esto terminamos nuestra visita por hoy al museo arqueológico, dejándonos muchas cosas interesantes para otro día.
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traslado de su espíritu al Más Allá después de la muerte.
Pasamos a la sala XII, donde destaca el monumental mosaico del triunfo de Baco, la escena que se ha representado en este mosaico es la del Triunfo de Baco -el Diónisos griego- al regreso de su conquista de la India. El dios, vestido con clámide, conduce un carro tirado por tigres, a cuyo lado desfila un sátiro. Subida en el carro aparece Ariadna, quien apoya su mano izquierda en el hombro de Dionisos y sujeta con la otra el extremo de un manto, que cae por detrás y le deja el torso desnudo. Ambos personajes llevan la cabeza coronada de pámpanos. El relato mitológico cuenta que al volver de Oriente, Diónisos rescató a Ariadna de la isla de Naxos, donde había sido abandonada por Teseo, y se casó con ella. Hay elementos en este mosaico que permiten una segunda interpretación: la de que estamos ante la pompa nupcial de Diónisos y Ariadna. Por un lado, la falta de alusiones a la victoria del dios, que pueden verse en otras representaciones de su triunfo. Por el otro, el sátiro que guía la comitiva, con una piel de animal a la espalda, que es característica de lo dionisiaco, pero que adopta aquí apariencia de alas, que recuerdan a Eros.
En la sala XIV tienen cabida dioses héroes y mitos. Así tenemos el mosaico de "El juicio de Paris" La escena representada recoge un pasaje de la Iliada donde las diosas Atenea, Hera y Afrodita -de izquierda a derecha- se disputan, ante Paris y Hermes, la manzana de oro, símbolo de la belleza. Su originalidad radica en que es un tema iconográfico inédito en la Península Ibérica. También es destacable la presencia de Afrodita desnuda.
En esta misma sala contemplamos la escultura de mármol de Mercurio, destacando la belleza de su cuerpo, identificable gracias a sus atributos iconográficos, como las alas en los pies y la lira, que es el caparazón de una tortuga. Se descubrió en 1788 y la pierna derecha en 1901, siendo la pierna izquierda modelada en yeso desde debajo de la rodilla por el escultor D. Agustín Sánchez Cid, en 1945. La obra parece corresponder a la copia de un modelo clásico del s. IV a. C.
Sala XVI, destacan seis exvotos de mármol en forma de lápidas, marcadas con huellas que presentan uno, dos o tres pares de pies, algunos de ellos con inscripciones dedicados a divinidades de origen oriental, como Isis, Dea Caelestis y Némesis. Se situaban en la entrada del anfiteatro de Itálica sobre el suelo simbolizando las huellas de la divinidad.
Sala XVIII se compone de una galería de magníficos retratos femeninos y masculinos, nos permiten conocer costumbres de aquella época, los peinados de las mujeres, el uso de la barba por influencia griega.
Cabe destacar el busto del anciano con verruga en el rostro, de un excepcional realismo descriptivo, de mármol esculpido, es reseñable la discordancia que se observa entre la talla del retrato y de la toga, lo cual parece indicar la participación de dos artesanos diferentes en la realización de la obra.
Sala XIX, con Diana en el centro entre columnas corintias escultura de mármol del s. II d.C. Diana, diosa de la caza, ataviada con sus habituales atributos iconográficos, las ricas botas, el chitón, el manto y la diadema. La figura se apoya en un tronco de árbol cubierto por una piel de cervato.
Entramos en la sala XX, frente a frente, Trajano y Adriano, nuestros dos emperadores italicenses, acompañados por retratos de otros príncipes como Augusto, Galba, Vespasiano, Domiciano y Marco Aurelio, bustos de algunos miembros de familias imperiales y otros, se trata sin duda del mayor legado escutórico romano de la provincia.
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Podemos observar, la barba de Adriano, por influencia griega, motivo por el cual, la nobleza romana, también la llevaba, en el pecho lleva la imagen de una divididad.
En el suelo observamos el gran mosaico "Las cuatros Estaciones".
Por último visitaremos la sala donde encontraremos grandes laminas de bronces grabadas del año 20 d. C., la pieza más destacada por su trascendencia histórica, de la selecta colección de bronces jurídicos que conserva este Museo es "la condena de Cneo Pisón". Existen seis copias de este documento político, que se distribuyó por todo el Imperio, este ejemplar completo, otro que casi lo está y fragmentos de otros cuatro. Su contenido es una descripción de las resoluciones del Senado de Roma contra Cneo Pisón, que tras ser juzgado y condenado a muerte por el asesinato de Germánico, al parecer por envenenamiento.
Entre las determinaciones de este decreto senatorial se incluyen la prohibición de llevar luto por Pisón, la destrucción de sus imágenes y la eliminación de su nombre de las inscripciones públicas "damnatio memoriae", así como la confiscación de sus bienes y los de sus colaboradores. El documento responde a la necesidad de acallar las inquietudes y rumores sobre la muerte de Germánico, algunas de las cuales apuntaban hacia el propio emperador Tiberio, de quien aquél era sobrino, hijo adoptivo y potencial sucesor.
Con esto terminamos nuestra visita por hoy al museo arqueológico, dejándonos muchas cosas interesantes para otro día.
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